“Alemania me ha dado otras opciones y ha abierto mi mente”

Por: Claudia Zavala

Carolina Molina de Hernández cuenta su historia, desde Frankfurt, Alemania. Con 38 años de edad, esta abogada salvadoreña comparte los detalles de su proceso migratorio que, según comenta, se consolidó por la situación laboral de su marido. “Mi esposo, René, trabajaba en una empresa alemana en El Salvador, y viajaba a ese país y a Europa, en general, con frecuencia. Desde que conoció Frankfurt se enamoró de la ciudad y me dijo que algún día viviríamos ahí. Yo le decía que sí, pero nunca imaginé que todo se fuese a dar de una manera tan fluida, en tan poco tiempo”, explica.

Los méritos académicos y laborales de Carolina la habían consolidado como notaria y registradora de la propiedad en el Centro Nacional de Registros, consiguiendo una destacada situación profesional en su país. En 2013, se convirtió en madre de su único hijo. Y, según cuenta, aunque estaba muy contenta con su empleo que, además, le brindaba guardería a su hijo en su mismo centro de trabajo, anhelaba ser madre a tiempo completo y dedicarse más a su vida familiar. “Llevaba una rutina bastante ajetreada entre el trabajo y la casa. René viajaba mucho; a veces, pasábamos hasta 3 meses mi bebé y yo solos. Una vez me dio chikungunya y, a la vez, a mi niño le dio una infección. Fue caótico… Quería experimentar otro ritmo de vida, abrirme a otras posibilidades”.

En 2014, surgió una oportunidad para su marido de conseguir una plaza en Frankfurt. Aunque la idea seguía pareciendo remota, el matrimonio se preparó ante un eventual cambio, en caso de que René fuese aceptado. El proceso de selección y contratación no fue fácil y se alargó durante casi un año. Pero, finalmente, la plaza le fue asignada. Así, en julio de 2015, René viajó a Frankfurt para incorporarse a su trabajo y empezar el proceso de búsqueda de casa e instalar a su familia.

“Nosotros somos creyentes y, desde el principio, vimos la mano de Dios en todo el proceso. Frankfurt es una ciudad sumamente cosmopolita y demandada; encontrar vivienda aquí es súper difícil. Se conocen casos de gente que tarda de 6 meses a 2 años en conseguir algo. Los alquileres son caros, en promedio de 1,100 a 1,500 euros. Contra todo pronóstico, René encontró casa, en menos de 2 meses, a kilómetro y medio de su trabajo y a 80 metros de la escuela de mi hijo, en una calle comercial muy importante, a pocos minutos del centro. Por mi parte, en El Salvador, vendí nuestra casa, carro y renuncié en mi trabajo, el 20 de noviembre de 2015. Todo se dio sin problemas”.

Con la buena fortuna dándoles la bienvenida, madre e hijo aterrizaron en Frankfurt, el 14 de diciembre de 2015. Aunque llegaron en pleno invierno alemán, Carolina asegura que lo sobrellevaron muy bien, pues René se había encargado de comprarles la ropa adecuada y tenía resueltas diversas cuestiones prácticas como dónde ir a comprar, cómo transportarse, y dónde estaba ubicado lo más importante en la ciudad, lo que ayudó a que los primeros días de la familia se fueran acomodando de manera tranquila y ordenada.

“Llegamos a pocos días de que mi hijo cumpliera 2 años y de la Navidad. Fueron nuestras primeras fechas importantes estando solos. Yo soy muy unida a mi mamá y a mis hermanas, no fue fácil ese momento, pero cuando estás en esta situación uno se inventa lo que puede, saca ánimos de donde sea, porque si no, nunca avanzas ni te abres a tu nuevo entorno”.

Y en ese “inventar lo que uno puede”, Carolina decidió en esa primera Navidad hacer algo que nunca imaginó que formaría parte de su nueva vida: cocinar pupusas.  “Me dieron ganas de comer pupusas en la cena navideña y le pregunté a mi mamá cómo hacerlas, porque quería hacerlas variadas y que me quedaran buenas. Para mi sorpresa, me quedaron muy ricas, tomando en cuenta que, en El Salvador yo no cocinaba. Poco a poco, fui invitando a algunos salvadoreños y extranjeros que conocimos para que las probaran. ¿Por qué no las vendes?, me decían”.

Dicho y hecho. Luego de la primera venta oficial que le hiciera una amiga para el festejo de cumpleaños de su hija, a los pocos meses, las pupusas de Carolina empezaron a conocerse, y fue haciéndose de una pequeña clientela salvadoreña, alemana y de otros países que ahora reciben su encomienda gastronómica por correo, todas las semanas. Sus envíos abarcan desde ciudades como Berlín hasta Friburgo. “Las preparo domingo en la tarde. Por recomendación de mi mamá, las dejo enfriar de manera natural toda esa noche. El lunes, tempranito, las empaco y las pongo en el correo, que aquí funciona muy bien. Llegan el martes, máximo miércoles. Las envuelvo en papel de aluminio, separadas cada una, y llegan perfectas, con su curtido y salsa. Me apasiona, me alegra muchísimo cuando me dicen ‘recibí sus pupusas ¡están ricas y las he compartido! Una alemana que vivió en El Salvador me dio las gracias, emocionada, porque me dijo que ya sus hijas, al menos, conocen algo de mi país. Parece una tontería, pero para mí eso es muy importante”.

Paralelo a su emprendimiento en la cocina, Carolina se enfocó en el aprendizaje del idioma alemán, del que reconoce tener ya buenos fundamentos para comunicarse y desenvolverse diariamente, pero aún le falta mucho para tener un buen dominio. Contar con la “tarjeta azul” de su marido, asignada a los profesionales calificados, como base del estatus migratorio de la familia, les permite residir, tener derecho a cobertura sanitaria y circular libremente en toda Europa. “Este año, a René le han dado la tarjeta permanente. La verdad es que, en Alemania, es prácticamente imposible vivir ilegal. Hay que estar inscrito en la alcaldía; si no, no se puede alquilar ni hacer nada. Yo aún no he trabajado oficialmente en este país. Para pedir mi tarjeta, tengo que residir primero 5 años, aunque puedo salir y entrar sin problemas en ese tiempo”.

Carolina destaca las bondades del sistema alemán para las familias con hijos, sobre todo, para las madres que han dado a luz y que nunca han trabajado, a las que el Estado les asigna 300 euros de ayuda mensual. En caso de ser trabajadoras, reciben el 70% de su salario y tienen derecho a un año de baja maternal, para que puedan quedarse con el bebé en casa. Al respecto, es cuidadosa pero muy enfática al reconocer que hay personas refugiadas e inmigrantes que se aprovechan de esas prestaciones, lo que genera la molestia de la población autóctona, despertando sentimientos que pueden considerarse “discriminatorios” y “anti inmigrantes”, desde su punto de vista.

“Aunque, en general, no se percibe racismo o discriminación, sí hay gente racista en este país, sobre todo en los pueblos donde hay muchos adultos mayores. No sucede tanto en ciudades tan diversas como Frankfurt, donde el 51% de su población es de origen extranjero. Pero también entiendo que algunas personas que abusan del Estado alemán contribuyan a generar actitudes en contra, porque no está bien sólo venir para aprovecharse del sistema. Y por unos, lastimosamente, pagamos todos. Yo sólo he experimentado una situación incómoda cuando estaba recién llegada, que no entendía nada de alemán: Un cajero del supermercado se molestaba mucho conmigo, tenía una mala actitud siempre, era bien malcriado, y yo realmente me sentía discriminada. Ahora, con el tiempo, que ya entiendo mejor todo, me he dado cuenta de que el problema lo tiene él, no es nada personal conmigo”.

Parte de su integración social y la generación de nuevas redes de contacto ha pasado, necesariamente, por su vinculación en la Iglesia Cristiana Latinoamericana en Frankfurt, en la que el matrimonio participa activamente. Carolina es profesora en una clase de Biblia para niños y en una clase de Academia Bíblica para adultos, en las que pone en práctica el Diplomado en Teología que también cursó en El Salvador. Además, es líder del grupo de enseñanza para mujeres de todas las edades. Por su parte, René trabaja en la enseñanza y consejería de adolescentes y, además, colabora en una obra social con indigentes y drogadictos, cerca de la estación central de la ciudad.

En cuanto a la educación y crianza de su hijo, ella comenta que ha ido conociendo, poco a poco, el sistema alemán, en el que la escuela es obligatoria a partir de los 6 años. Su hijo pudo incorporarse al kindergarten, que cubre la etapa de los 3 a 6 años, y ahí empezó su inmersión en la cultura e idioma alemán. En septiembre del próximo año, empezará la escuela obligatoria, pero, por ser alumno de origen extranjero, el Estado le provee un curso de nivelación del idioma un año antes, para que ingrese en igualdad de condiciones con los demás niños. Ya conoce su escuela y los profesores que tendrá. “A mi hijo, afortunadamente, se le ha facilitado mucho el idioma. Entró un mes de noviembre al kínder y, tres meses después, ya entendía y contestaba en alemán. Debo decir que fuimos bien recibidos en la escuela. Casi siempre había gente que hablaba inglés y, si no, nos hablaban en alemán muy despacio y sencillo todo para que les entendiéramos”.

Desde su punto de vista, el estereotipo generalizado de que los alemanes son personas “frías y distantes” se evidencia en la manera en la que suelen educar a sus hijos. “Es su manera de ver la vida. Hay una tendencia fuerte a que los niños resuelvan sus propios problemas. Por ejemplo, en el parque, si ves niños peleando, no intervienen, piensan que ‘es cosa de niños’ y ahí los dejan. Yo pienso que los niños necesitan orientación, establecerles límites, decirles qué está bien y qué no. Yo sí estoy muy presente con mi hijo. Pero no sólo lo veo con los alemanes; también hay gente originaria de otros países que tampoco interviene en los conflictos de sus hijos, pero por otros motivos, quizá por desentendimiento o porque tienen otro tipo de carencias familiares. El tema de la crianza en un contexto intercultural es particular, porque debes de tener bien claro cuáles son tus valores para ponerlos realmente en práctica y no dejarte llevar por el entorno”.

El deseo de seguir conectada con sus raíces la llevó a apoyar la creación del grupo de Facebook “Mamás salvadoreñas en el mundo”, que ya tiene más de 3,200 miembros, todas mujeres salvadoreñas que residen en diversos países del mundo y que comparten la red para apoyarse en temas legales, migratorios, sociales, lingüísticos y crianza de los hijos. “Es un espacio muy bonito que ha ido creciendo con el tiempo. Lo creó Margarita Lara, una salvadoreña que vive en Budapest, con la que he establecido un lazo de amistad muy fuerte. Nos hemos visitado aquí en Europa e incluso hemos coincidido en El Salvador con nuestras respectivas familias. Cuando la abracé por primera vez, sentí que ya la conocía. Estamos creando relaciones de apoyo entre todas y eso es muy positivo”.

Carolina tiene claro que el futuro de su familia se establecerá en Alemania, aunque no descartan retornar a su país de origen en una etapa más avanzada de la vida. En breve, según comenta, viajarán, nuevamente, para estar una temporada con su familia y amigos salvadoreños. “Estamos contando los días. Aunque hablo con mi mamá hasta 3 veces al día, no es igual que estar ahí. Creo que soy muy afortunada por tener la oportunidad de visitar a mi gente, hay muchas personas que no pueden hacerlo, por su situación migratoria. Soy consciente de que este proceso de emigrar, aún con lo complicado que es, para nosotros ha sido fluido y próspero. Eso sí, para mí ha significado un gran reto personal. Ya ves, yo soy abogada, notaria y registradora de la propiedad. Aquí en Alemania, hago pupusas, piñatas, gorros de lana, lo que vaya surgiendo… yo me pongo videos de YouTube y aprendo. Soy una persona curiosa y creo que eso me ha ayudado mucho a abrirme e integrarme en este país. En El Salvador, si uno no tiene carrera, no es alguien. La escala social pasa por ser profesional universitario. Tenemos prejuicios negativos si te dedicas a cosas que no son parte de tu carrera. Yo le doy las gracias a mi familia, porque siempre me impulsaron a estudiar y me apoyaron. Pero aquí es distinto. Alemania me ha abierto otras opciones laborales y he abierto mi mente. A mi hijo le gusta la cocina. Si él quiere ser cocinero, sé que se podrá ganar la vida dignamente, sin necesidad de ser abogado o médico. Estoy cumpliendo mi deseo de estar presente en su desarrollo y en ayudarle a construir su identidad como persona. Él está muy orgulloso de ser salvadoreño, ¡a todo mundo le dice que habla español! Creo que será una gran herramienta para su vida, junto a su profundo aprendizaje y experiencia de la cultura alemana. Más adelante, me gustaría especializarme en algo relativo a Derechos Humanos y Género. De momento, estoy contenta con lo que vamos creando. Poder gestionar mi tiempo como quiero y seguir aprendiendo es realmente un lujo para mí y voy a aprovecharlo al máximo”, finaliza.

 

 

 

22 comentarios en ““Alemania me ha dado otras opciones y ha abierto mi mente”

  1. Hola Carito, bendiciones. Soy una Evelyn de Majano, leí todo lo publicado y me encantó; quisiera ser parte del grupo de mujeres por el mundo, estoy viviendo en Bruselas, Bélgica, y me he sentido identificada con sus palabras. Contésteme si puede. Dios les bendiga.

    1. Hola, Evelyn! Gracias por leernos y escribir. Si busca en Facebook el grupo “Mamás salvadoreñas en el mundo”, solicite ser incluida y verá que Carito o Margarita, las administradoras, seguro la aceptan para que forme parte de él. Es una comunidad muy bonita de ayuda, aprendizaje y acompañamiento de grandes mujeres salvadoreñas. Le mando un fuerte abrazo, desde España 🙂

    2. Hermana Evelyn! Que gusto encontrarla por aquí!
      Claro que sí, encantada que se agregue al grupo de mamás salvadoreñas en el mundo, por favor envié su solicitud en Facebook y así nos ponemos en contacto!
      Dios le bendiga!

  2. No podía ser menos conociendo a Carolina, uno sabe que es una gran persona, con una capacidad de aprendizaje enorme. Lo que más me agrada es su vocación humana. Gracias por darnos a conocer éste reportaje. Un gran abrazo desde El Salvador. Carlos Alemán.

    1. Gracias por leernos y tomarse el tiempo de escribir, Carlos. No conozco personalmente a Carolina; pero, cuando la entrevisté, percibí en ella eso que usted comenta. Y ha sido muy generosa en abrir su corazón para expresar todo eso que la hace tan especial. Abrazos hasta El Salvador! 🙂

    2. Muchas gracias Carlos!!!
      Gracias por mantener el contacto, que gusto es poder decir soy amiga de mi profesor de álgebra!
      Un abrazo!

  3. La felicito por reinventarse ! . Los estudios y títulos alcanzados son Metas personales logradas. Sus conocimientos, sensibilidad social y buenas maneras serán parte suya siempre . Cómo siempre lo digo: inmigrar no es de todos , tenemos q tener una mente abierta a los cambios y quitarnos los prejuicios y volver a empezar con una actitud positiva, fe en Dios e irradiando optimismo . Le deseo muchos éxitos !! Abrazis desde New York

  4. Felicidades Carito me alegran tus logros. Siento que fue hace poco que eras una niña en al Divina Providencia y ahora ya todo una mujer de éxitos en la vida. Te deseo muchas bendiciones….

    1. Muchas gracias Priscila!
      (Sigo siendo la niña de colegio, en los calcetines con encajes y chonguitas jijiji)
      Tu eras amiga de Lilian, ¿Verdad?
      Un saludo cariñoso!

  5. Hola Carolina soy la más joven de tus Tías Molina Civallero y me alegra saber cómo ha bendecido Dios a tu familia en Alemania. Yo sé que seguirán triunfando todos en tierra extraña tal como lo hizo José en Egipto, que llegó como esclavo y luego fue segundo en el poder de ese pueblo.
    Los quiero mucho. Saludos desde California!

    1. Gracias tía Lety.
      Confiamos en el Señor que El nos ha traído y tiene propósitos para Su Gloria.
      Un abrazo cariñoso!
      Gracias por escribir

  6. Recién descubro este blog y estoy fascinada con él…con las historias de maravillosas mujeres Salvadoreñas. Admiro sus fortalezas y resiliencia ante los cambios en sus vidas. Saludos y un fuerte abrazo desde nuestro querido El Salvador.

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