“Me he sentido invisibilizada como inmigrante empleada de hogar”

Por: Claudia Zavala

Un proyecto académico, que inició en octubre de 2009, fue el inicio de la experiencia migratoria de Carolina Elías Espinoza. En esa época, trabajaba en una ONGD, en su natal El Salvador. “Un amigo me dijo que aplicara a una beca para estudiar en España. Lo veía difícil, pero me decidí, apliqué y me la concedieron. Hice un Máster en Género, en la Universidad Complutense de Madrid, durante 2 años. Yo pensaba que al terminarlo iba a regresar a mi país, pero aproveché la oportunidad de hacer el Doctorado en la Autónoma de Madrid, sobre la justicia laboral a las mujeres migrantes, que luego acoté al sector de empleadas de hogar. El 80 por ciento de las mujeres migrantes se incorpora en el mercado laboral como empleadas de hogar. Es un tema bastante importante. Al principio, yo vivía en una burbuja, sin problemas económicos, pues tenía una beca muy buena. Aproveché para viajar por España y algunos países europeos de mochilera. Pero cuando se me terminó, al tercer año de vivir en España, tuve que buscar trabajo y no pude continuar con mi estudios. Tenía 33 años”.

Para poder subsanar sus gastos, a mediados de 2011, Carolina se incorporó en un programa de “Convivencia intergeneracional”, que promovía el acompañamiento entre personas mayores y estudiantes, a través del cual le proporcionaban vivienda y servicios a cambio de acompañar y compartir con la señora dueña de la casa.

“Viví con una abuelita, durante 2 años. Sus hijas vivían dos edificios más adelante del nuestro. Le daban ataques de ansiedad, por lo menos, una vez por semana. Cuando se ponía mal, yo les avisaba y ellas no llegaban. Lo tenía que asumir yo. El programa se convirtió en una responsabilidad de cuidados, puro y duro, y sin remuneración. Cuando la señora falleció, recuerdo que todavía estábamos en la vela cuando me preguntaron  ¿cuándo te vas a ir de la casa? El programa daba 15 días para reubicarse. Me asignaron con otra abuela, con quien estuve 2 años y medio más. La dejé porque me agotó emocionalmente. Tenía una bandera franquista en su salón, era bastante racista. Hablaba mal de los inmigrantes, estando yo presente, pero me decía que la cosa no era conmigo, que yo era diferente”.

Su situación laboral y, sobre todo, su especialización académica sirvió para que Carolina estableciera una red de contactos, sobre todo con colectivos de mujeres. Fue así como se vinculó al trabajo de la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en España, de la cual formaba parte la Asociación Servicio Doméstico Activo (SEDOAC). La necesidad de pagar sus gastos y el no tener otra salida laboral en ese momento, incluso con toda la formación académica que tenía, la llevó a incorporarse al trabajo de limpieza de casas, por horas.  “Necesitaba estudiar 2 ó 3 años de Derecho otra vez, hacer una examen en el Ministerio de Justicia, hacer un pago para colegiarme, etc. Implicaba tiempo y dinero que no tenía, para homologar mis estudios en España. Por eso tuve que trabajar como limpiadora. El empleo de hogar es un trabajo digno, pero no tiene condiciones dignas ni es valorado socialmente. He vivido maltratos, precariedad, discriminación, he trabajado sin seguridad social, totalmente desvalorizada, invisibilizada”.

Pese al impacto que significó para ella su situación laboral, Carolina nunca dejó su militancia en materia de Derechos Humanos, especialmente de las mujeres. Su escaso tiempo libre lo utilizaba para vincularse como voluntaria al trabajo asociativo que la mantenía conectada con su vocación y sus inquietudes ciudadanas. “Cuando empecé en SEDOAC, en 2010, apenas se estaba formando. Yo era estudiante y tenía tiempo. Comencé a enrolarme, a escuchar, a aprender de todas esas mujeres. Construí una red de apoyo que también me ayudó a integrarme socialmente en este país”.

En 2012, con la entrada en vigor de la nueva normativa de empleadas de hogar, SEDOAC adquirió un rol más reivindicativo y crítico. La entonces Presidenta de la asociación trabajaba como interna y no tenía tiempo para participar en las actividades. Carolina, más empapada del tema y mejor posicionada dentro del grupo, comenzó a moverse entre personas claves en el ámbito político local de Madrid y empezó a ser reconocida como una representante de la asociación. Participó en una formación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Turín, Italia, junto a otras 6 entidades, que buscaban que España ratificara el convenio de la OIT en beneficio de las empleadas de hogar. Su labor se ha extendido a lo largo de los últimos años, organizando acciones coordinadas a nivel estatal y exponiendo ante la Comisión de Empleo e Igualdad sobre la precariedad que viven estas trabajadoras.

“El asociacionismo en España es bastante duro. Las condiciones sociales y laborales complican la organización. Las que seguimos es porque ya teníamos un bagaje de activistas desde nuestro país. El proceso de empoderamiento no es igual para todas. Es un sector que aglutina a unas 700 mil mujeres. Se calcula que un 98 por ciento de las que hacen ese trabajo doméstico son mujeres, y un 92 por ciento son extranjeras, contando las nacionalizadas. Es un trabajo aislado. Está una solita en una casa, con el perro, la lavadora, la cocina… cuando salen lo que quieren es distraerse, hablar con su familia. Muchas no quieren asociarse, porque lo relacionan con problemas. Algunas tienen miedo de salir a la calle y que la Policía les pida los papeles. Otras temen que, si les reclaman a los jefes, las despidan o no les hagan el tan deseado contrato laboral. Al menos, hemos conseguido que muchas logren quitarse la culpa de sentarse a descansar una hora al día para comer, como es su derecho. Antes, ni eso hacían. Donde más explotación se da es en las clases altas, la gente que puede pagarlo. Es tremendo”.

Luego de algunos años muy duros, el esfuerzo de Carolina, su compromiso personal y la proyección que ha conseguido con su militancia desde SEDOAC, de la que es Presidenta desde 2014, le han abierto puertas, en el ámbito laboral. Desde hace un año y medio, trabaja en el Ayuntamiento de Madrid, en temas de dinamización y participación ciudadana. También se ha desempeñado como asesora en una investigación sobre el impacto de la Ley en el empleo doméstico, realizada con la Universidad Complutense, SEDOAC y la Asociación “Los Molinos”.

Carolina reconoce que gran parte de la fuerza de su labor tiene sus raíces en toda la formación y militancia que realizó en El Salvador, defendiendo los derechos laborales de trabajadoras de  la maquila. Ese contexto, sumado a su propia experiencia personal y su proceso migratorio, han consolidado su compromiso de lucha social.

“Es una manera de conectar con mi país, manteniendo mis valores y mis compromisos. No me he perdido en el camino, aunque ha sido duro. Estuve como 7 años sin ir a mi país, porque no tenía para pagar mi boleto de avión, no veía a mi familia. Haber salido del trabajo doméstico para mí es una victoria personal. Espero poder viajar en Navidad este año, para poder estar con mi mamá y mi hermano. En todo este tiempo viviendo en España nunca había tenido la perspectiva de quedarme definitivamente, hasta hace un año. Ahora siento que mi trabajo puede ser muy útil aquí, con estas mujeres. Son latinoamericanas en su mayoría, pero también hay polacas, rumanas y españolas. El proyecto migratorio de cada una es diferente. Para muchas es duro ver que pasan los años y, cuando se dan cuenta, ya no son ni de aquí ni de allá… y sus hijos las reconocen sólo como meras proveedoras, se rompen los lazos familiares. Es grato para mí estar en una agrupación que se convierte en red, en familia. Sólo juntas podemos alzar nuestras voces y lograr los cambios que queremos, vivamos donde vivamos”, finaliza.

7 comentarios en ““Me he sentido invisibilizada como inmigrante empleada de hogar”

  1. Excelente Carolina tu fuiste compañera mia en la asuncion me alegro mucho saber como te has superado en esa área te mando muchas bendiciones y que sigas cosechando cosas buenas ..

  2. Mi amiga mochilera! Mis respetos por todo lo que has sobrellevado y por lo que estás haciendo. Dios tiene un propósito para todo espero que El guíe tus pasos y te siga usando para beneficio de otros. Un fuerte abrazo espero que puedas visitar a tu familia pronto.

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